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21 junio 2013

SINGAPORE & MALAYSIA 2013 june

Desde que fui a NYC hace dos años, y lo ya visto en ciudades europeas, veía claro el seguir conociendo mundo y culturas también a través de grandes ciudades, y qué mejor forma que hacerlo combinándolo con ambiente de relax, sol, buceo y selva.

3 noches en Singapur, 3 en Kuching (Borneo Malayo), 3 en Perhentian (islas en la costa oriental de Malasia), 3 en Langkawi (isla en la costa occidental) y otras 3 en Kuala Lumpur, que finalmente nos terminó gustando aún más que Singapur. 12 vuelos en total. 

He vuelto encantado y descansado y eso que, as usual, no he parado de hacer cosas. No han sido destinos muy económicos, pero tampoco prohibitivos, por lo que es posible acertar combinando opciones ajustadas con otras de cierto lujo, para que el resultado global no sea sangrante….si queremos viajar un par de veces al año…. La cocina ha resultado ser menos extraña de lo que cabía esperar: arroz, fideos, pescado fresco, sushi, marisco, carne, frutas y verduras, con niveles “higiénicos” correctos y, en algún caso, superior incluso a la cocina europea. La gente me ha parecido super-maja: siempre una sonrisa para todo.

Con Emirates, como siempre, una gozada, y la sorpresa, AirAsia, una low cost con precios sospechosamente baratos (unos 30-40 eur por trayectos de 1-1,30h.) que resultó ser muy puntual y eficiente. Allí la hora era 6h más que en España..

Este ha sido el viaje de la multiculturalidad. Una pasada. Tanto en Singapur como en Malasia, además de que vimos muy poco turista occidental, era impresionante ver mezclados a chinos, malayos, hindúes, indonesios, filipinos y también a un llamativo y enorme número de turistas de Arabia Saudí y de Emiratos, distinguidos por el burka “integral” de las mujeres que no se lo quitaban ni para bañarse.
Quedé boquiabierto viéndoles en el agua, cómo se llevaban la comida a la boca o cómo pasaban los controles de aeropuertos…y paseando con sus maridos en pantalón corto. Un temita.

Allá vamos...
A la ida, tras meterme un sushi y un vinito blanco en mi restaurante favorito del aeropuerto de Dubai, llegaba a Singapur acojonado habiendo leído las noticias de la contaminación por humo proveniente de árboles y campos quemados ilegalmente en la cercana Sumatra y que estaban sumiendo a Singapur y sur de Malasia en unos niveles tan elevados de niebla con olor a quemado que desaconsejaban incluso el salir a la calle, con muy grave riego para la salud. 

Compré al llegar al aeropuerto una caja de mascarillas que finalmente no tuve que usar porque hicieron llover artificialmente (...eso leí) justo antes de que llegase y porque los gobiernos afectados "enseñaron los dientes" a Sumatra, que movilizó a su ejército ante la catástrofe que estaban provocando los vientos que arrastraban todo el humo por toda la zona. Menos mal. Unos madrileños que conocí en Perhentian me dijeron que tuvieron que irse unos días antes de Kuala Lumpur –también muy afectada- porque el ambiente (pensemos además en temperaturas de 35 grados) era imposible y que incluso había llegado algo de “bruma” de los incendios hasta Perhentian. Puff.

SINGAPUR

Ciudad-estado, se debate entre la tradición y la modernidad. Rascacielos en el distrito financiero y templos en Chinatown y Little India. Gigantescos centros comerciales y pequeños comercios y bazares. Todo impoluto, muy limpio y ordenado, pero nos resultaba auténtico, debo decir, a diferencia de Dubai por ejemplo. La arquitectura era moderna y elegante. Un económico abono de metro para tres días me vino de perlas para moverme. Los taxis eran sorprendentemente también baratos, seguros y eficientes. La verdad es que –como en todo el viaje- no paré quieto. En el metro todo el mundo va con su móvil dale que te pego. Jaja, podría decir, sin equivocarme mucho, que un 50% de la gente tenía un Iphone 5, un 40% un Galaxy 3 o 4, y el resto Nokias y HTCs. La llamada “ciudad de las prohibiciones” al final no fue para tanto. 

Cogí un hotel normalito, Hotel Royal (http://www.hotelroyal.com.sg/about.html) para tres noches, conscientes de que lo íba a pisar poco. Precio razonable.

La primera noche, cómo no, me llevó al Parque de Merlión, en el distrito financiero, donde está la estatua del pez-león escupiendo un chorro de agua y que representa a la ciudad . En frente y tomado una cerveza local (Tiger, of course) contemplé el espectáculo de luz y sonido del hotel Marina-Bay Sands, con tres columnas que sostienen una terraza a 55 pisos de altura y donde hay una enorme piscina. Lo visité el 3er día y flipé con las vistas del skyline. Un must-see y otro icono de la ciudad. Cenamos en una zona de moda, Boat Quay, un “Chili Crab” (tipo centollo, pero más blando) realmente “chili” y carísimo ufff.

Al día siguiente visité Little India y Chinatown, con sus templos y bazares. Era un paso atrás por el tiempo y todo resultaba ser un espectáculo visual. Por la noche hice algo que me impresionó mucho, y fue un Night Safari (http://www.nightsafari.com.sg/tram-safari/tram-safari-experience.html) en un Zoo de las afueras donde lo más sorprendente era poder ver a las manadas de animales (leones, tigres, hienas…no sigo) a una distancia de muy pocos metros y casi en la oscuridad (con altas farolas que simulaban lunas en cada rincón) sin que en apariencia hubiese nada que les impidiese atacarnos jaja. Algo de verdad muy excitante que no había visto en ningún sitio, era como estar solo en la selva por la noche pero sentado en una camioneta. Yo aún no salgo de mi asombro, no fue barato pero me pareció una experiencia de increíble para arriba. Sin flash (prohibido) no pudimos hacer fotos buenas. Allí había mucha pasta metida. Superrecomendable.

El tercer día me enfilé hacia la famosa calle Orchard Road, el paraíso de las compras, lleno de centros comerciales como 2 o 3 veces más grandes que los de España y donde compré alguna cosa, no mucho. Fui a una peluquería....

En suma, Singapur me agradó. Una noche usé la piscina de mi hotel, que estuvo muy bien dado el calor sofocante. Para 3 días fue más que perfecto. Pero el siguiente destino me aguardaba otro tipo de emociones. Tomé un vuelo hacia Kuching, Borneo malayo. Ello implicó dejar de lado los dólares de Singapur (100 SGD = 60 eur) y pasarme –ya para el resto del viaje- a los Ringgits (100 RM = 25 eur). Vaya lío!.




























KUCHING (BORNEO)

Leí que Borneo es la tercera isla más grande del planeta, con bosques tropicales muy antiguos, tribus y fauna muy exótica. Y muy verde. Inicialmente íbamos a ir a bucear a Sipadán, paraíso mundial de los divers, en el otro extremo de Borneo, pero muchos bloggers me desanimaron: muy caro y pésima calidad hasta en los mejores hoteles. De Kuching habíamos leído que era una ciudad pequeña pero “stylish and sophisticated”. En fin, eso no fue para tanto, aunque no podemos comparar con otras ciudades de Borneo. El Hotel, Lime Tree, pequeño, y nº 1 de Trip Advisor (http://www.limetreehotel.com.my/) varios años seguidos, fue genial de verdad y super-barato. 

Hicimos un divertido tour por el rio, con una cuadrilla de chinos muy vacilones, visitamos el famoso Parque Nacional de Bako al que nos llevaron en lancha por un río a una playa (entrada) y pudimos hacer un trekking guapo aunque algo duro, viendo monos narigudos, iguanas, lagartos, serpientes, cerdos salvajes, …todo muy guay pero no fue tan impactante como habíamos leído. Sí lo fue, por el contrario, la excursión a la Reserva Natural de Semenggoh, donde se va a contemplar los orangutanes que hay en la selva. 
Este fue sin duda uno de los momentos cumbre del viaje. Esperar a que acudiesen a las llamadas del cuidador en plena selva y verles llegar poco a poco entre los árboles…son gigantes de verdad, tímidos, y sus caras les hacen parecer personas... 
Fue muy emocionante verles de cerca en un entorno de selva muy cerrada. En fin, yo me sentía privilegiado por ver aquello. Se respiraba satisfacción por estar allí.

En Kuching dimos con una casa-restaurante, Magenta, en plan hacienda africana, a la que fuimos varias veces a comer o cenar, en un marco precioso, con jardín, ventiladores…y wi-fi!!! Jaaj. Allí solo íbamos unos pocos guiris. 
































PERHENTIAN Islands

Rumbo ya a las anheladas Islas Perhentian, con escala en Kuala Lumpur y llegando a Kota Bharut, desde donde un taxi nos llevó a Kuala Besut y de ahí, en una lancha (muy) rápida con dos motores fuera borda inmensos de 250 cv c/u, llegamos en solo 40 min. a Pulau Perhentian Besar. Follaos, te cagas. El sol que hacía y el azul turquesa del agua, aproximándonos a las islas, fue un viaje acojonante.
Pero más aún cuando vimos que el hotel Coral View (http://www.coralviewislandresort.com/) superaba las fotos de Internet. Nos dieron una Executive Suite Sea View que, en fin, nos dejó alelados, una casita con salida directa a dos playas y alejada del resto del hotel. Buen precio. Con las vistas desde la terraza, las visitas de familias enteras de enormes monos a unuestro tejado, y una especie de dragón de komodo que pasó a pocos metros de la puerta, sentíamos como si en ese momento empezábamos de verdad las vacaciones. 

Las playas eran increíbles, y en algunas estábamos “solos”. Tomamos unas cuantas lanchas muy baratas (has de decirles a qué hora te vienen a recoger), hicimos snorkel en sitios perdidos y conocimos dos vitorianos buceadores con bombona y una pareja de madrileños, que fue una gozada pasar las noches con ellos, hablando de viajes y experiencias. Nos recomendaron Laos/Myanmar-Birmania, Belice (que no nos animábamos),.... 
Un dia les acompañamos a hacer snorkel a otra isla algo lejana que una instructora de buceo austriaca que vivía allí en Perhentian les recomendó visitar en plan secreto. No tengo palabras sobre los arrecifes de coral y la fauna marina. La visibilidad era extraordinaria, y yo solo la recordaba así en el norte de Bali. Para qué quieres bajar más de 4 metros viendo todo aquello. 

Otro día fuimos a pasarlo a la otra isla habitada que teníamos enfrente, Kuala Kecil, más pequeña aún que la nuestra, y con más ambiente de gente joven y sitios de música en la playa, y nos sorprendió la alta calidad del restaurante donde comimos y tomamos nuestro primer gin-tonic del viaje, con unas vistas espectaculares. Jaaj. Es cuando uno piensa eso de “esta es la vida que nos merecemos”. O no?. Peazo de "seafood grilled" que nos metimos con una botella de blanco neocelandés. Helada. Para qué quieres más. Momentazo.

Nos fuimos de Perhentian con mucha pena, nos recordaba a El Nido, en Filipinas, donde sabemos que volveremos algún día... Los atardeceres y amaneceres en Kuala Besar se nos han quedado grabados en la retina y el tiempo que nos hizo fue fantástico, aunque bastante calor. Pero nos íbamos otras tres noches a otro lugar muy prometedor.































LANGKAWI Island

De nuevo con escala en Kuala Lumpur, AirAsia nos llevó a la isla de Langkawi, muy cerca de la tailandesa Pukhet
Aquí se acabó ya el puntito virgen de las Perhentian y nos encontramos con una isla mucho más grande y desarrollada, con más “deportes acuáticos”, y estuvimos en el que posiblemente haya sido uno de los mejores hoteles en el que hemos estado. Solo 30 habitaciones. Casa del Mar, así se llamaba (http://www.casadelmar-langkawi.com/). Imposible mejores críticas en TripAdvisor, rotundas, y enseguida comprendimos por qué. Todo cuidado hasta el mínimo detalle, una habitación muy grande y preciosa y una piscina junto al mar realmente de escándalo. El servicio y la atención, una pasada. Poca gente y alejado del resto de hoteles de la playa.

La isla era tax-free e hicimos unas cuantas compras…incluso tres maletas (tiramos allí una grande vieja que llevamos) de las buenas y muy baratas. Hicimos los “island-hoppings” de rigor aunque el snorkel no era tan impresionante como el de Perhentian, y una excursión (los tres solos) en una lancha que nos llevó a una playa llena de monos y luego, rumbo a otra isla, el lanchero (ni papa de inglés, gracias!) paró en una bahía y echó comida al agua hasta que, ante nuestra sorpresa, empezaron a llegar una especie de águilas que se tiraban al agua a por la comida a pocos metros de la lancha. Joder, todavía estamos flipando. 

Nos llevó también a una especie de aquarium flotante, algo cutre, donde un indonesio con facha de ermitaño nos enseñó las piscinas de su interior y dimos de comer con la mano a unos peces descomunales. Estuvimos solos. Bueno, bueno, nos enseñó de todo. Fue gracioso negociar con él el precio de la entrada desde la lancha, sin bajarnos. El tiempo corría en mi contra jaja, casualidad el cielo se estaba poniendo como el carbón. Me rebajó a la mitad y justo se puso a llover como no habíamos visto en todo el viaje. Daba respeto, porque la plataforma, a unos 50 metros separada de la pared de un acantilado, se movía…. La cosa fue a mejor porque el lanchero nos llevó luego a especie de lago dentro de una isla que nos pareció acojonante, rodeados de selva y montañas, mojándonos y esperando a que apareciese un T-Rex o algo parecido. Había una leyenda de una dama embarazada que enterró allí a su bebé. Snif.

Leire hizo parasailing (ya hicimos en República Dominicana y yo en Bali). Un subidón. Yo no pude (para qué te voy a engañar) porque, todo hay que decirlo!, me dolía un huevo, así que no quise tentar la medicina local jajaj. Mucha altura y los guripas que tenían montado el tinglado, todos con pinta de tener antecedentes penales, jaja. Un clásico. 

En Langkawi descansamos, disfrutamos y comimos de maravilla. En este increíble hotel tomamos una noche nuestro segundo y último gin-tonic de todo el viaje: qué formales!!. Bebíamos vino (australiano y de Nueva Zelanda) siempre que podíamos, pero caro, a unos 4 euros la copa. La cerveza, en todos los sitios, a unos 2 euros la lata.





















KUALA LUMPUR

La teníamos muchas ganas tras este descanso...si Singapur nos había recordado levemente a NYC (sin su magia, claro) mezclada con Dubai (pero menos exagerada), lo de Kuala Lumpur era otra cosa ya que, aunque quería parecerse a Singapur, probablemente era más parecida a Bangkok. El hotel Impiana KLCC en una ubicación inmejorable (http://kualalumpurhotels.impiana.com.my/) y con un precio excelente.

KL tiene un encanto único. Tiene rascacielos de vidrio y acero y pasas de estar atravesando la ciudad en un monorraíl con las Torres Petronas de fondo a estar rodeado de un festín de coloridos puestos callejeros. Nos gustó porque es una ciudad amable donde nadie toca el claxon y se respira una tolerancia religiosa y cultural que es difícil de ver en otros lugares. Las grúas por la ciudad anunciaban un mayor crecimiento. 

Pasear por Chinatown o Little India es una tremenda gozada, quizás todo más auténtico aún que Singapur. Nuestro hotel estaba a escasos 300 m de las Torres Petronas (o las Twin Towers, como las llaman los locales, probablemente para evitar decir Petronas, que sería como decir Repsol o Cepsa), que podíamos ver desde la misma habitación y desde la piscina del hotel. 

Con calor algo asfixiante, nos decidimos a conocer la ciudad a fondo. Vimos un par de mezquitas enormes, y a saco en Chinatown regateando y rebajando casi un 50% el primer precio que te daban, donde compramos bastante ropa “original” jajaja. Visitamos el Hard-Rock para beber una buena cervezota, comimos un día en un restaurante español de tapas y otro día en un restaurante que tenía un simpático cubano bastante "gordo". Jamás comeremos unos nachos con carne y chili como aquéllos. El barrio de Little India, al igual que en Singapur, desbordaba auténtica vida hindú en comercios y restaurantes. La gente nos miraba como extrañada, lo cierto es que apenas había turistas. 

Los centros comerciales –gigantescos- eran entretenidos, pero la bomba de la ciudad eran claramente las Petronas, con mucho el lugar que más fotografiamos, de día, a la tarde y de noche. Diseñadas por Cesar Pelli, tienen 88 pisos y 450 metros de altura y uno se siente abajo como Paco Martinez Soria, joder. Pasamos de subir porque solo se podía hasta el piso 41, que es donde está esa pasarela que las une. El ambiente a uno y otro lado de las Torres era muy guapo, con animación y espectáculos de luz y sonido en un lago. 

Pero (aconsejados por foros de viajes) hicimos algo alternativo y mucho mejor sin dudarlo: subir a la Torre Menara, una torre de comunicación tipo “el Pirulí” de Madrid. Hasta la punta, es la tercera más alta del mundo, pero su puesto de observación sí es el más alto del mundo, según leímos allí mismo. Y, con dos cojones, o tres, en vez de subir al puesto de observación acristalado, que estaba petado, nos animamos a subir al último nivel de la “cebolla”, justo bajo la antena superior, con bastante seguridad policial para subir, y donde no había barandilla, estando a la puta intemperie a más de 400 metros de altura. Anualmente se celebran campeonatos de paracaidismo desde allí mismo. Una vista de 360 grados de todo KL caminando por una corona circular de unos 5 metros de ancho. Tuvimos que firmar antes de subir unos papeles. Párrafo a párrafo, que me molesté en leer, advertían seriamente de los riesgos existentes y se desentendían de todo. Pufff, fue una pasada. Tardé un rato en separarme de la pared, de verdad. No pudo merecer más la pena. Un “subidón” jjj y una panorámica apabullante. 

Otro día cenamos una hamburguesa en un lugar que terminó estando lleno de putas. Muy entretenido y con música de los 80’s. Otro día salimos a cenar a la terraza de un restaurante de sushi precioso y en el que la comanda de comida y bebida la encargamos nosotros mismos directamente a través de un Ipad. Hasta la cuenta la pedí a través de la tablet. Sorprendente la tecnología. La camarera ni apareció (solo con la comida y a por la pasta de la cuenta). Unas risas.

La tercera tarde-noche fue relajada por la ciudad. Fuimos al hotel a recoger las maletas, tras una última sentada frente a las Petronas viendo a la gente sacando fotos como posesos, como todos los días, nos duchamos y cambiamos de ropa y a las 22h. aprox. al aeropuerto en taxi (1 hora, 25 euros).
























Escala de 2 horas en Dubai, llegar a Madrid, 2 horas en la T-4 y para las 6 de la tarde del domingo en casita. Jet-lag de caballo toda esta semana, pero sarna con gusto no pica jaja. Para no olvidar cómo se veía con claridad desde el avión el Canal de Suez, El Cairo, Tunez, Ibiza y la llegada a la península ibérica. Todo despejado y de día. Como nunca.

Ha sido un viaje muy variado y con muchas experiencias concentradas, distinto a lo que habíamos hecho hasta ahora (en un mismo viaje). 900 fotos.

Perhentian nos pareció un lugar de esos que te cuesta recomendar para que no vaya la gente jjj, con sus aguas turquesas y cristalinas tan tranquilas, las imponentes junglas de Borneo y la experiencia en unas ciudades tan vanguardistas, cada una con su personalidad, nos ha mostrado la cara amable de la convivencia y tolerancia cultural y religiosa. Los orangutanes en Kuching fue otro subidón de verdad inolvidable.

Quizás por tener bastante peinada Latinoamérica y Centroamérica, seguimos cautivados con Asia, que nos ha seducido y emocionado siempre que la hemos visitado (Sumatra, Java, Bali, Vietnam, India-Kerala, Sri Lanka, Filipinas). Veremos el año que viene.

De momento, en Navidades, iré 10 días a Mozambique (ya tenemos los billetes!, pasando un día y una noche en Lisboa), donde iremos en plan relax a unos sitios “trancuilos” seleccionados, fuera de los habituales destinos más turísticos del país, pero evitando la inseguridad (que he leído no es poca) y lugares de pobreza extrema que sabemos hay por allí. Y es que de África, salvo Marruecos y Seychelles, no conocemos más aún. 

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