Quizás sea porque se trata de un destino viajero que, además de multitudinario y super-turístico, ha sido y es para muchos bastante mochilero e “iniciático” en el Sudeste asiático: por ello existe mucha información mareante, algo que en cierto modo resulta acorde a un destino enorme y abierto a múltiples perfiles viajeros e itinerarios.
Tailandia (72 mill. habitantes) es un país de sonrisas, espiritualidad, vestigios milenarios y playas paradisiacas.
Y de Bangkok (casi 12 mill. hab.), capital y puerta de entrada, se dice que es una metrópoli futurista, dinámica y estimulante, pero tradicional, caótica y muy energética.
Las mejores webs que me he encontrado sobre Tailandia son las de Viajes Chavetas y Mundo Nómada, a quienes felicito (mil gracias!) por su fiabilidad y extraordinaria recopilación de información. Más que suficiente, créeme.
Hay muchísimo por ver y decenas de diferentes itinerarios y planes interesantes. Hay lugares espectaculares y tranquilos... pero que están bastante aislados o quedan a desmano, y solo son aptos para viajes largos. Otros quizas sean a evitar como algunas islas masificadas como Phuket o el mayor centro de turismo sexual de Tailandia y de todo Asia: Pattaya.
Como visitaré Tailandia en época de monzones y solo dispongo de 13 días para conocerlo por primera vez, he decidido seleccionar una ruta clásica en la que poder disfrutar de cada parada… abarcando lo más básico e imprescindible.
He viajado a Asia en 13 ocasiones. Regreso ahora al Sudeste asiático, zona que conozco bien: salvo Laos, he visitado siete países vecinos de Tailandia (Myanmar, Camboya, Singapur, Vietnam, Indonesia, Filipinas y Malasia 2 veces).
Más del 90% de los tailandeses son budistas therevada, rama del budismo que llegó desde Sri Lanka en el S. XIII: la religión impregna toda la vida cotidiana y la cultura de Tailandia.
Lo contaré todo a mi regreso.